jueves, 10 de febrero de 2011

Historia de Hollywood



Historia de Hollywood




El 27 de noviembre de 1903 una pareja de puritanos de Tejas, Horace Henderson Wilcox y su esposa, se establecieron en la periferia de los Angeles . Era un terreno de tierra negra , con bosque de acebo ( en inglés , Hollywood). Cuatro meses después . llegaron los primeros cineastas procedentes de Chicago. En 1906 ya estaban allí los grandes del cine.


Hollywood entra en la escena
Precisamente fueron la empresa I.M.P. y Laemmle quienes promovieron en el cine norteamericano dos fantasías permanentes : Hollywood y el sistema del " estrellato" norteamericano, aun cuando para ser exactos el " descubrimiento" de Hollywood fue accidental, Y la empresa I.M.P. era una entre varias compañías que se encontraron en esa parte de California durante la cumbre de la guerra entablada con el consorcio .


Ya para el año 1912 resultaba imperioso para estas empresas independientes el apartarse todo lo más posible de la Compañía de Patentes. California ofrecía un sol espléndido, diversidad de paisajes y la calurosa bienvenida tanto de los trabajadores como de los agentes de la propiedad inmobiliaria, cuyas demandas económicas eran más bajas en ambos casos que en la región oriental de la nación. La ciudad de los Angeles resultaba mejor que San Francisco, porque se encontraba más cerca de la frontera mejicana en caso de que la Compañía de Patentes enviara un auto de procesamiento o una demanda judicial. La mayoría de las compañías se establecieron en un suburbio de los Angeles conocido localmente como Hollywood , un nombre que quedó oficialmente aceptado en 1913.


La institución del estrellato también comenzó a surgir en medio de la guerra anti - monopo - lística. En Europa , los actores de teatro habían comenzado ha trabajar ante las cámaras , pero los actores norteamericanos de películas eran más bien tramoyistas, o sus esposas o parientes que iban de visita. Cuando llegaron actores de los escenarios teatrales - por regla general por que no podían encontrar trabajo ellos - , los productores les negaron publicidad porque creían que esto crearía demanda de salarios más elevados.


En realidad fueron lentos en comprender las posibilidades del culto a la personalidad en la pantalla, pero los exhibidores, en cambio, muy pronto se percataron de ello. Bastaba con tener en cuenta los murmullos de aprobación suscitados por el público por ciertos actores , que revertían aumentando el volumen del negocio. Laemmle se propuso conseguir para su empresa I.M.P. a la chica conocida como " The Biograph girl". En el año 1910 ganaba veinticinco dólares a la semana, él le ofreció mil dólares semanales y ella aceptó , cosa que no debe sorprendernos en absoluto. Su guerra personal con el consorcio monopolístico había enseñado a Laemmle a valorar la publicidad, y entonces urdió una historia que dio a conocer en la prensa de St. Louis: Florence Lawrence, la chica de Biograph, había muerto atropellada por un tranvía . Entonces la empresa I.M.P pagó un anuncio en la publicación " The Moving Picture World" diciendo que la historia había sido una invención de los enemigos de la I.M.P. - " Hemos descubierto la mentira" - , y la señorita Lawrence fue vista en la ciudad de St. Louis junto con el actor principal de la empresa I.M.P., King Baggott, lo que trajo como consecuencia un tumulto callejero.


HOLLYWOOD EN LOS AÑOS VEINTE. LOS ESTUDIOS


Técnicamente, las últimas películas mudas norteamericanas estaban cerca de la perfección . La luminosidad de la fotografía y el imaginativo pero discreto uso de la composición se combinan en una secuencia narrativa, obra de los montadores , cuya compresión del ritmo y de la tensión dramática se considera todavía hoy extraordinaria.


Los rótulos explicativos se redujeron al mínimo y no sólo habían desaparecido las gesticulaciones histriónicas, sino que además los actores eran ya capaces de transmitir emociones de muy diversa índole mediante gestos casi imperceptibles, aunque es discutible que mereciera la pena el esfuerzo, dada la calidad de reproducción de la época. En aquel entonces se daba por supuesto que así era, ya que los críticos europeos expresaron unánimemente su admiración por el nuevo acontecimiento.


Una película norteamericana muy admirada al principio de la década fue Nanook of the North ( Nanuk, el esquimal, 1922) que, al ser el primer documental de viajes de larga duración, eclipsó a sus escasas predecesoras . Esta filmación de la vida de los esquimales es obra de Robert J. Flaherty ( 1884-1951), cineasta aficionado que se llevó consigo una cámara cinematográfica al trasladarse a la bahía de Hudson por motivos de trabajo.


Al comparar esta obra con los documentales modernos realizados para televisión, se constata su carácter primitivo: a diferencia de éstos, presenta un punto culminante más propio de una obra de ficción ( el momento en que los esquimales, que cazan lejos de su hogar, se refugian en un iglú abandonado); pero sus contemporáneos quedaron extasiados, entre ellos franceses Taylor Patterson, quien escribió en " The New Republic": " Estamos hartos de adaptaciones de otras artes (…) He aquí, por fin, nuestro lenguaje cinematográfico propio, de concepción tan original como El gabinete del Dr. Caligari y tan natural como fantástica es ella."


Nanook no era, como Caligari, un callejón sin salida, pero cuando la industria reconoció su valía, la película alemana había dejado ya una profunda huella y la mayor parte de las admiradas películas norteamericanas revelaban influencia alemana, hasta que se asimilaron las lecciones de los rusos . Ambas escuelas condujeron al cine norteamericano hacia el realismo, aunque esta tendencia fue tan efímera como deliciosa, ya que pronto la industria y el público se dejarían arrastrar por el sonoro.


Al final de la época del cine mudo, prácticamente todos los hombres, mujeres y niños de Estados Unidos acudían a las salas de proyección al menos una vez por semana . Las gentes de todos los países tuvieron un conocimiento minucioso del estilo de vida norteamericano. Las preferencias de los espectadores de todo el mundo coincidían con las de los magnates de Hollywood. Lo que resultaba muy conveniente para sus accionistas.


Mientras en Europa se consideraba que los directores eran los verdaderos autores de sus películas, la caída de Griffith y Von Stroheim convenció a los reyezuelos de Hollywood de la poca conveniencia de delegar todas las decisiones en quienes dirigían la acción en los estudios. Sus devaneos con Flaherty les resultaron igualmente costosos e inaceptables desde el punto de vista comercial; a Ince le dejaron las manos libres, ya que era capaz de supervisar varias producciones simultáneamente, pero murió joven.


Se lanzaron entonces a la búsqueda de sustitutos en Europa, a menudo movidos no tanto por el entusiasmo como por el espíritu competitivo de diez años atrás, para evitar que los rivales se beneficiaran de talentos potencialmente importantes; por su parte, los directores europeos, obnubilados por el dinero que se les ofrecía, se doblegan fácilmente a los designios de los magnates.


Se les imponían guiones, decorados y actores. Cualquier parcela de libertad era fruto de los éxitos obtenidos con el material impuesto por la productora, y esa libertad permanecía bajo el estricto control de los estudios. Pese a ello se mantuvo a flote un Lubisch, y fue posible la realización de una obra tan unida a los sentimientos de su director como The Crowd, aunque se trata de una excepción entre los directores norteamericanos de los años veinte, que en su mayor parte hubieron de atenerse al star system.


El público gustaba de las grandes estrellas: a partir de la revelación de Mary Pikford, todo el mundo reconocía que eran necesarias , desde el accionista más insignificante de una productora hasta el más egocéntrico de los directores.


RIGOBERTO CORTES DE LA CRUZ

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